Pisco Curu fue reconocido como Mejor Pisco Transparente en Catad’Or 2025. Elaborado en Monte Patria, en el Valle del Limarí, este pisco chileno premium destilado en alambique de cobre a fuego directo convierte la idea de “viaje” en una filosofía de origen: pureza aromática, moscatel en altura y una narrativa contemporánea que busca proyectar al pisco chileno en el mundo.
El nuevo rumbo del pisco chileno
El pisco chileno atraviesa un momento de transformación profunda. Después de décadas marcadas por la competencia interna y los debates de denominación, una nueva generación de productores está encontrando su voz: más artesanal, más territorial, más honesta. Ya no se trata solo de defender una tradición, sino de redefinir el pisco como un destilado premium con identidad propia.
En ese contexto emerge Pisco Curu, elaborado en el Valle del Río Grande, en Monte Patria —a 900 metros de altitud, en el corazón del Limarí—, una zona donde la montaña se funde con el desierto y el aire seco perfuma las noches con notas minerales. Desde allí, este proyecto joven acaba de lograr un hito: ser reconocido como “Mejor Pisco Transparente” en Catad’Or 2025, el certamen de vinos y espirituosos más prestigioso de Latinoamérica.
El reconocimiento no solo celebra la calidad de un destilado, sino también el espíritu de una marca que ha hecho del viaje su filosofía central.
En lengua diaguita, Curu significa precisamente eso: viaje. Y bajo esa premisa, Curu ha construido un relato donde el origen, la aventura y la autenticidad se mezclan con la precisión de un alambique.
“Un camino que combina tradición, riesgo y búsqueda constante”
Para Luis Gajardo, embajador de Pisco Curu, este premio es más que un trofeo: es una confirmación de que Chile comienza a mirar al pisco desde otra perspectiva.
“Recibir el premio al ‘Mejor Pisco Transparente’ en Catad’Or 2025 es un orgullo inmenso. Representa el trabajo de un equipo que cree profundamente en el valor del origen y en la fuerza de un espíritu auténtico”, comenta Gajardo.
“A la vez, refleja el gran momento que vive el pisco chileno: una nueva generación está apostando por la calidad, la identidad territorial y la innovación”.
El reconocimiento llega en una etapa donde el consumidor global está redescubriendo los destilados con historia. Y Curu, con su enfoque artesanal y narrativa coherente, se inscribe en esa tendencia: un pisco para el mundo, nacido en Chile.
El viaje como filosofía
El nombre no es un artificio de marketing. En la cosmovisión diaguita, Curu evoca el viaje, la exploración, la decisión de ir más allá del horizonte. Esa idea permea cada decisión del proyecto: desde la viticultura hasta la comunicación de marca.
“Nuestro pisco nace del deseo de explorar, de descubrir y de atreverse a ir más allá de lo conocido”, explica Gajardo.
“Desde el viñedo en altura hasta la destilación artesanal, cada etapa es una búsqueda constante de equilibrio entre la pureza y la complejidad”.
Esa filosofía se traduce también en una propuesta de consumo: Curu no se presenta como un pisco “para la piscola”, sino como un destilado de autor, que puede disfrutarse puro, frío, o como base de cócteles elegantes y expresivos. “Queremos mostrar la uva en su máxima expresión: su frescura, su perfume y su carácter natural, sin artificios”, agrega Luis.
Comunicar Curu, entonces, es invitar a otros a emprender su propio viaje: redescubrir el pisco, desafiar lo predecible y dejarse sorprender por un espíritu que nace entre el desierto y la montaña.
Monte Patria: donde el pisco mira al cielo
En el mapa sensorial del pisco chileno, el Valle del Limarí ocupa un lugar especial. A diferencia del Elqui, donde la amplitud térmica genera destilados más frutales, el Valle del Río Grande —ubicado a casi mil metros sobre el nivel del mar— aporta una tensión aromática única.
“El terroir extremo define su carácter: un clima seco, con noches frías y días luminosos que concentran los aromas de la uva moscatel, dándole frescura y una expresión floral única”, detalla Gajardo.
“La altitud aporta tensión, mientras que la sequedad del valle imprime elegancia y persistencia. El resultado es un pisco transparente, vibrante, con pureza y alma”.
En la práctica, esto significa que Curu no busca imponerse por potencia, sino por delicadeza. Su perfil aromático es floral, fresco, con notas que recuerdan a jazmín, miel blanca y frutas de carozo, sostenidas por una textura cristalina que invita a beber lento.
Ultra-premium como declaración de principios
En una industria donde la palabra “premium” se usa con frecuencia, Curu se desmarca desde la autenticidad. No hay artificios ni etiquetas vacías, sino un trabajo paciente y meticuloso que prioriza la calidad sobre la velocidad.
“Más que una técnica, creemos que la diferencia de Curu reside en una filosofía: el respeto absoluto por el origen y la decisión de hacer las cosas con tiempo, sin atajos”, afirma Gajardo.
“Desde la selección manual de racimos de moscatel hasta la doble destilación en alambique de cobre a fuego directo, cada detalle está pensado para preservar la esencia del fruto”.
La producción a fuego directo implica un desafío adicional: no hay margen para errores. El maestro destilador debe interpretar las señales del cobre y del vapor, confiar en la vista y el oído tanto como en los instrumentos.
“La tecnología puede replicar procesos, pero no puede reproducir el instinto humano ni el respeto por la materia prima”, dice Luis con convicción.
Curu, en ese sentido, se instala como un pisco de autor con alma artesanal, capaz de dialogar con el gin o el tequila premium en mercados internacionales, sin perder su raíz chilena.
Una estética contemporánea para un espíritu ancestral
La identidad visual de Curu es otro de sus grandes aciertos. Su etiqueta, inspirada en una rosa de los vientos, conecta directamente con la idea del viaje y la exploración. Los tonos cobrizos evocan el alambique, mientras que el diseño sobrio y limpio proyecta modernidad.
“Nuestra narrativa —‘para aventureros que no temen enfrentarse a lo desconocido’— no es solo un slogan, es una actitud”, explica Gajardo.
“Se refleja en todo: desde el diseño de la botella hasta las experiencias sensoriales que proponemos en catas y activaciones”.
Esa coherencia estética y conceptual ha permitido a Curu posicionarse como un pisco elegante, aspiracional y contemporáneo, sin desconectarse del territorio. Su comunicación visual lo acerca al lenguaje de los destilados internacionales, pero con un acento inconfundiblemente chileno.
El viaje continúa
El triunfo en Catad’Or llega en un momento clave. Para Curu, no es una meta, sino un punto de partida. El reconocimiento abre puertas en mercados internacionales y consolida una visión que venían construyendo desde hace años.
“Hoy estamos enfocados en dos grandes ejes: fortalecer nuestra presencia en Chile y ampliar nuestros mercados de exportación”, adelanta el embajador.
“Tenemos conversaciones avanzadas con importadores de al menos cinco países, lo que nos confirma que el interés por los destilados de origen auténtico está en alza.”
No se trata de diversificar productos, sino de consolidar una marca sólida, coherente y de proyección global. “Nuestro objetivo es posicionar a Curu como un referente del pisco premium chileno. Desde ahí seguiremos creciendo con paso firme. El viaje continúa, y apenas estamos comenzando”, concluye.