En el vibrante mundo de la coctelería, pocos espacios han dejado una huella tan profunda como lo hizo El Sindicato, un bar que surgió de la visión apasionada de Camilo Solano. “Crear un espacio donde el sabor, la técnica y la hospitalidad fueran de la mano” fue el principio que impulsó la apertura de este singular establecimiento. Camilo tuvo la oportunidad de decidir cada detalle, desde la cristalería hasta la playlist, logrando así una experiencia verdaderamente única.

El inesperado cierre de El Sindicato fue un golpe tanto para Solano como para la comunidad que lo rodeaba. El espacio en el segundo piso de Bao Mamba, arrendado de palabra y sin contratos firmados, resultó ser un acuerdo frágil. «Mi mayor error fue que todo el trato se hizo sólo de palabra», confesó Solano. Este desafortunado desenlace subrayó la importancia de formalizar los acuerdos para proteger el arduo trabajo y la pasión invertida.
El impacto del cierre se sintió profundamente entre los clientes y amigos que frecuentaban El Sindicato. “No podían creer que algo así pasara”, comentó Solano. La pérdida no fue solo de un espacio físico, sino de un refugio donde clientes se convertían en amigos y compartían una experiencia enriquecedora. El último día de operación, el bar permaneció abierto hasta las 7 a.m., un testimonio del vínculo creado entre Camilo y su comunidad.

Lo que hizo único a El Sindicato fue su enfoque en la calidad y la experiencia. En un mercado saturado de ofertas genéricas, el bar destacaba por su dedicación a los ingredientes selectos y las técnicas refinadas. “Transmitir mi pasión por la coctelería” era el objetivo de Solano, quien buscaba educar a sus clientes sobre el arte detrás de cada cóctel.
A pesar del cierre, las lecciones aprendidas han sido claras y valiosas. Solano enfatizó la importancia de “hacer bien el negocio” y no dejarse llevar por promesas vacías. La experiencia ha fortalecido su determinación de seguir adelante. Aunque las restricciones financieras y de patentes son desafíos considerables, el sueño de revivir El Sindicato sigue vivo.
Durante su operación, El Sindicato impactó significativamente la escena local del bartending. Ofreció un espacio donde las reglas no estaban dictadas por intereses comerciales, sino por la pasión pura de un bartender enamorado de su oficio. En última instancia, El Sindicato fue más que un bar; fue un manifiesto de autenticidad y dedicación a la coctelería, dejando un legado que inspira a otros en el mundo de la mixología.
