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Sullivans Cove 25 años: El más maduro de Tasmania

por Jaime Sanhueza Sanhueza
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Un cuarto de siglo en una botella

Desde el extremo sur de Tasmania, una pequeña destilería vuelve a recordarle al mundo que el tiempo sigue siendo el mayor de los ingredientes.
La casa Sullivans Cove, fundada en 1994 en las afueras de Hobart, acaba de presentar su expresión American Oak 25 Year Old Single Cask HH0010, un whisky que ha madurado durante 25 años y 6 meses, y que representa el punto más alto de la destilación artesanal australiana.

Solo 349 botellas fueron embotelladas a 47,8 % ABV, provenientes de una barrica refill de roble americano llenada el 12 de octubre de 1999 y decantada el 6 de mayo de 2025.
El resultado no es solo un destilado excepcional, sino también un documento histórico: la demostración tangible de que el whisky fuera de Escocia o Irlanda ha alcanzado madurez conceptual, técnica y simbólica.

Tasmania y el largo camino hacia la madurez

Hablar de Sullivans Cove es hablar de persistencia en un territorio improbable.
Cuando la destilería comenzó a operar, Australia apenas figuraba en el mapa del whisky mundial. La categoría de new world whisky —que hoy incluye a productores de Japón, India, Suecia, Canadá— ni siquiera se concebía como tal.
La idea de dejar reposar un destilado durante un cuarto de siglo en un clima oceánico húmedo, donde la merma es constante, sonaba casi temeraria.

Ese riesgo, sin embargo, definió el carácter de la marca. Heather Tillot, gerente de destilería, lo resumió así: “HH0010 es una de las barricas que dio forma a nuestra manera de entender la maduración. Un ejercicio de equilibrio entre lo interesante y lo delicioso; una pieza duradera de la historia del whisky tasmano y mundial.”

Hoy, lo que nació como un experimento se ha transformado en una referencia de coherencia: la conjunción entre paciencia, oficio y respeto por el entorno.

Un “nuevo mundo” que alcanza la mayoría de edad

Para Andy Gaunt, director ejecutivo de Sullivans Cove, este lanzamiento no es un simple ejercicio de rareza:
“Hace veinticinco años esto fue una apuesta audaz. Hoy es la prueba de que, con habilidad, artesanía y convicción, los grandes whiskies pueden provenir de cualquier lugar del planeta.”

Esa afirmación sintetiza un movimiento más amplio. Las destilerías del nuevo mundo, instaladas en regiones sin tradición centenaria, ya no se limitan a imitar modelos europeos. Buscan legitimidad a través de la identidad: del clima, del agua, de la madera local y de la interpretación personal del tiempo.

En ese sentido, el Sullivans Cove 25 Años no es solo un producto escaso: es una declaración de madurez para toda la categoría.

Anatomía de un cask excepcional

El barril HH0010, de roble americano de segundo llenado, ofrece una lectura distinta del envejecimiento largo.
El contacto moderado con la madera permite preservar la estructura original del destilado, mientras el clima templado de Tasmania introduce una oxidación lenta, continua y uniforme.
El resultado es un whisky más contemplativo que exuberante, donde la madera acompaña sin imponerse.

Notas sensoriales:

  • Nariz: mandarina madura, higo y cereza confitada, envueltos en capas de coco y menta fresca.

  • Boca: textura sedosa con notas de frutas tropicales, pastelería especiada y fondo de frutos secos.

  • Final: prolongado y armónico; aparecen miel, mango deshidratado, fresas con crema y un eco floral de jazmín, lavanda y Turkish delight.

No hay artificio ni filtrado en frío. Todo el carácter proviene del tiempo y de la barrica.

Un objeto de colección, no de especulación

Cada botella se entrega en una caja de presentación hecha a medida, con base desmontable para exhibición. El diseño sobrio refuerza la noción de legado más que de lujo ostentoso.
La distribución se gestiona mediante ballot —sorteo entre interesados—, práctica habitual en lanzamientos de alta demanda.
No se trata de alimentar la especulación, sino de asegurar que el whisky llegue a coleccionistas y conocedores genuinos.

El precio de AUD 4.500 (alrededor de $2.8 millones CLP)  refleja tanto la rareza como la inversión de tiempo y recursos que implica mantener una barrica durante un cuarto de siglo sin producción en serie.

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